Su presencia es
imponente pero fugaz pues, junto con la planta madre, morirá tras la
floración, única en su vida, dejando a su pie un rosetón de nuevas
plantas. Este ejemplar en particular ha superado los 20 años.
Es llamativo observar la enorme cantidad de insectos de todo tipo que atrae.
Aunque parte del
paisaje mediterráneo actual, está incluida en el catálogo de especies invasoras.
Las imágenes, hechas a lo largo del verano, siguen un orden cronológico y permiten observar la maduración de las flores.
Enhorabuena por este bonito blog.
ResponderEliminarMe huele a tomillo y romero.
Adelante...
Muchas gracias, Ramona. La intención es buena: mostrar la belleza del lugar que tenemos la suerte de disfrutar. Gracias. Saludos.
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